lunes, 30 de mayo de 2011

DE NUEVO UN SUEÑO


Hace unos días tuve uno de esos sueños “extraños” que suelen afectar mi vida durante días o incluso semanas; de esos, que por una extraña sensación de externalidad no puedo considerarlos sueños sino seminarios existenciales.
Creo que de nuevo comienza trasladándome en autobús, aunque no logro recordarlo. Recuerdo entrar en una sala en penumbra, un pequeño salón de actos, y en la entrada alguien me da un tríptico que no puedo leer porque no hay suficiente luz. Camino hacia las sillas y me siento cerca del señor que habla… Se da un aire a Paulo Coelho pero no es (ahora sé que se pronuncia “coello” y no “coelo”, y que significa conejo… cosas de viajar, aprendes tonterías de estas). Me mira y hace un gesto como asintiendo, quizás como dando su “bendición” a que puedo sentarme, o quizás sólo sea un gesto amable teniendo en cuenta que somos cuatro monos y medio en la sala. Ese señor que se parece a Coelho me transmite buenas “vibras”… Vamos a escuchar. Bonita voz.
Debe de ser una de esas charlas de crecimiento personal tan de moda. El señor empieza a hablar de que este mundo está enfermo de pertenencia, de posesión y la obsesión con ella… que a quien inventó la palabra “tener” tendríamos que colgarlo por los pies, que seguro la inventó el diablo, para amargarle la vida a los seres humanos y esclavizarlos con una idea imposible y condenatoria…. “Tener” (creo que este ha sido el típico punto de humor para romper el hielo que siempre aconsejan para meternos de lleno en materia en una clase…).
Empieza a hablar de una sociedad enferma de angustia, miedo, ambición, soledad, desconfianza, cinismo… debido a esa palabra que encierra un abismo de negatividades, este concepto que hemos hecho tan propio y tan interno a nuestra vida, nuestro lenguaje y nuestro modo de pensar, que ha llenado el refranero popular de sentencias segregadoras como “tanto tienes tanto vales” (verdadera doctrina social en nuestros días), “más vale tener que desear” (aunque no te sirva, aunque te sobre, te ocupe espacio, o sea de otro, aunque a ti se te caduque y otro pierda la vida por no tenerlo”), y acabamos con la cancioncita que todos aprendemos desde muy pequeños “tengo, tengo, tengo, y tú no tienes nada”, porque no vale con tener, hay que tener más y mejor que el otro.
Continuaba explicando que tener implicaba dos procesos destructivos para la felicidad: el deseo y la necesidad por adquirir cosas: dinero, casa, trabajo, coche, viajes, ropa, joyas, lujos,… deseo y necesidad que nunca serán satisfechas porque siempre habrá más dinero, una casa mayor, un trabajo más importante, un coche mejor, viajes más exóticos…. El segundo proceso destructivo es ansiedad, miedo a perder lo conseguido, porque el ser humano se considera con derecho sobre las cosas, sobre las relaciones, e incluso sobre otras personas: tengo un coche, tengo dos hijos, tengo un marido o una esposa, tengo un buen trabajo… Pero es falso, al final lo único que tiene este “pobre infeliz” es necesidad y miedo. El suicido y la violencia se podrían considerar los efectos negativos de esta consideración llevados al extremo. ¿Cuántos no habrán optado por el suicidio en esta y en las anteriores crisis? ¿Y por qué? Sólo porque sienten que “lo han perdido todo”, perdieron lo más valioso que tenían: sus “tenencias”, despreciando su propia vida, colocando en la cúspide de los valores esa frase que mentábamos antes: tanto tienes tanto vales…
¿Y cómo se podría ahorrar tanto sufrimiento? Con un simple cambio en el lenguaje que acabará modificando además el mismo concepto en el pensamiento: sustituyendo el verbo “tener” por “disfrutar”. No tienes dos hijos, disfrutas de una familia, no tienes una casa, disfrutas una casa, no tienes un coche disfrutas de un vehiculo. La posesión es un concepto creado, falso, vacio, arbitrario, no existe. Lo único permanente es el cambio, las cosas y personas van y vienen y esa es la naturaleza del mundo, pero el hombre se empeña en anclar el tiempo y el espacio, darle un sentido estático al mundo que realmente no existe. Cambiar tener por disfrutar nos ayudaría a entender esa naturaleza dinámica como algo natural, no traumático, y nos ayudaría no sólo a eliminar esa tensión existencial, ese miedo y esa necesidad, sino que nos ayudaría además a vivir cada día, a tomar consciencia de lo afortunados que somos en este momento, porque siempre hay algo de lo que podamos disfrutar: de la compañía de los nuestros, de un día de sol o un día nublado, de un techo, de un transporte, de poder ir a pie,…
En ese momento siento que va llegando el fin del sueño, y quien me dijo antes que anotara, ahora se acerca para decirme que ojalá todo el mundo se diera cuenta porque de otro modo iban a tener mucho sufrimiento… Algo más de dos semanas más tarde, puedo decir que realmente funciona y elimina tensión, comprobado. Ahora, más de dos semanas más tarde, y viendo los acontecimientos que empezaron un par de días después del sueño y van creciendo día a día, puedo creer que sí, que nos depara un gran sufrimiento si no somos capaces de cambiar nuestro pensamiento y la manera que tenemos de relacionarnos con el mundo, y si no somos capaces de entender que nada de esto es nuestro.

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