Me sentí ligera como una pluma y comencé a subir por las ramas del árbol de la vida. No era capaz de recordar cuanto tiempo había estado dormida ni cuanto pasé intentando despertar, luchando contra mi propia pereza y ese deseo de letargo que me mortificaba la conciencia sintiendo que moría en vida. Por fin mis pies y manos estaban libres y ágiles como antaño. Coroné la copa del árbol y oteé el horizonte decidiendo el camino a seguir; llegó el momento de continuar caminando...
Caminemos pues.
1 comentario:
Caminemos hacia la luz...,
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